domingo, 6 de febrero de 2011

Maldad

A veces no puedo evitar ser la malicia con patas. Yo me lo busco. Una de mis mil facetas. Una de mis predilectas. La cínica. La actitud viboresca que se satisface con algo de dolor ajeno.

Pero hasta las víboras como yo saben qué clase de dolor ajeno es digno de ser hilarante. De seguirle los pasos, reptar y sisear cerca por el simple placer de traumar gente encerrada en su laberinto de locura. La complacencia de saberse persona pensante.

La lástima es mala por momentos, te condena cuando tienes eso que llaman dignidad. Debo de ser la peor persona en el planeta. Me gusta ese mote.

Pronto hasta eso cambia. Hasta la maldad se pone su traje elegante y finge que no es tan detestable. Incluso la maldad llega a agradarte.

Alguien, alguien, alguien.

Yo. Yo. Yo.

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