miércoles, 27 de julio de 2011

Los mormones y las alegrías


Los mormones no deben ser tan malas personas, pienso. Evado a la mayor parte de la gente más por ineptitud social que por arrogancia mal disimulada, es una delgada linea entre ambas que puedes confundir, pero juro que lo mío es más la primer opción.

En fin, un mormón hoy me dijo:

- ¿A usted le gustan las alegrías?

- Ahm... No, no realmente.

No supe si se refería a "alegrías" como a esos prismas rectangulares de amaranto y miel o si se refería al sentimiento, en ambos casos, creo que mi respuesta es la misma. Siguio con un:

- ¿Ha probado el agua de alegría?

- No.

- Oh, pues le recomiendo que nunca la pruebe.

Yo seguía pensando cómo es posible que alguien tenga la capacidad de entablar una charla con una persona desconocida. Soy incapaz, como mencione antes, de hacer algo similar. Luego pensé en cómo mola el tipo de vestimenta formal, siempre le he tenido un insano gusto, aunque no en mi persona, soy de carácter más bien vago y relajado.

Y luego pensé en cómo esas personas viven tan livianamente con gafetes que dicen su nombre, en serio salto mi paranoia de un aldo a otro. Un nombre debería ser algo preciado y que muy pocas personas conocen de ti.

Y finalicé pensando que algunos mormones no serán desagradables, pero caray, no cambiaría mi puta taza de café.