Como suelo decir, no se me da escribir sobre mi vida diaria, pero creo que haré la ligera excepción ya que anteriormente comenté una anécdota que incluye a mi madre.
Hace como una semana mi Padre me encomendó una misión (es que así le digo yo, es menos fastidiante que "me ordenó"): Mandar a reparar su italiano reloj.
Yo, siempre a mí, siempre yo. Creo que, de todos sus hij@s, soy quién menos le cae mal, o a quién puede esclavizar más, pero siempre estoy a cargo de sus mandados. Total que de por sí me gusta vagar.
Un reloj italiano. Un reloj italiano para un hombre con apellido italiano (aunque sea Oaxaqueño) y conducta italiana. Un hombre al que le gustan las historias de Mario Puzo y en verdad da consejos como si fuera todo un mafioso. Un capo.
Y hay que ganárselo de algún modo. El cariño paternal es el sustancioso a mi parecer: Las madres te querrán por siempre, aún si eres un vago, inútil y perdedor, por el simple hecho de que te parieron. La disciplina que exige la paternidad es algo más fascinante.
Tuve ganas de ponerme el rejoj recién compuesto camino a casa, pero sospeché que no era nada bueno. La misión era cumplir lo que se me solicitó, no admirar a mi padre.
Hace como una semana mi Padre me encomendó una misión (es que así le digo yo, es menos fastidiante que "me ordenó"): Mandar a reparar su italiano reloj.
Yo, siempre a mí, siempre yo. Creo que, de todos sus hij@s, soy quién menos le cae mal, o a quién puede esclavizar más, pero siempre estoy a cargo de sus mandados. Total que de por sí me gusta vagar.
Un reloj italiano. Un reloj italiano para un hombre con apellido italiano (aunque sea Oaxaqueño) y conducta italiana. Un hombre al que le gustan las historias de Mario Puzo y en verdad da consejos como si fuera todo un mafioso. Un capo.
Y hay que ganárselo de algún modo. El cariño paternal es el sustancioso a mi parecer: Las madres te querrán por siempre, aún si eres un vago, inútil y perdedor, por el simple hecho de que te parieron. La disciplina que exige la paternidad es algo más fascinante.
Tuve ganas de ponerme el rejoj recién compuesto camino a casa, pero sospeché que no era nada bueno. La misión era cumplir lo que se me solicitó, no admirar a mi padre.
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