sábado, 16 de octubre de 2010

El reloj de Papá

Como suelo decir, no se me da escribir sobre mi vida diaria, pero creo que haré la ligera excepción ya que anteriormente comenté una anécdota que incluye a mi madre.

Hace como una semana mi Padre me encomendó una misión (es que así le digo yo, es menos fastidiante que "me ordenó"): Mandar a reparar su italiano reloj.

Yo, siempre a mí, siempre yo. Creo que, de todos sus hij@s, soy quién menos le cae mal, o a quién puede esclavizar más, pero siempre estoy a cargo de sus mandados. Total que de por sí me gusta vagar.

Un reloj italiano. Un reloj italiano para un hombre con apellido italiano (aunque sea Oaxaqueño) y conducta italiana. Un hombre al que le gustan las historias de Mario Puzo y en verdad da consejos como si fuera todo un mafioso. Un capo.

Y hay que ganárselo de algún modo. El cariño paternal es el sustancioso a mi parecer: Las madres te querrán por siempre, aún si eres un vago, inútil y perdedor, por el simple hecho de que te parieron. La disciplina que exige la paternidad es algo más fascinante.

Tuve ganas de ponerme el rejoj recién compuesto camino a casa, pero sospeché que no era nada bueno. La misión era cumplir lo que se me solicitó, no admirar a mi padre.

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